viernes, 10 de enero de 2025

Hacer el amor con otro

Son las 11 de la mañana y el sol se derrama con furia sobre el pavimento, como si quisiera acabar con todo. El sol del fin del mundo, pienso.

Me dirijo hacía un café mientras visualizó un capuchino con una porción de torta selva negra, chocolate, vino, red velvet, la que sea, y mi boca comienza a salivar. Cuando estoy a cierta distancia del lugar me parece que no lo han abierto. Desvío la mirada rápido y pienso que no es así, que miré mal o mi vista falló. Segundos después cuando estoy enfrente del local me doy cuenta de que era cierto: no han abierto. El dueño del café se llama David, un hombre de aspecto bonachón que siempre lleva una boina y chaleco a cuadros Por sus vestimenta parece que se equivocó de época, pues la suya debe ser los años 40. Mi teoría es que David tiene mucho dinero producto de una herencia familiar y tener el café es solo un pasatiempo, una manera de gastar las horas del día. Por eso se da el lujo de abrir tarde e incluso hay días en que no abre su negocio. Envidio su estilo de vida.

Y ahora qué, me pregunto. Decido ir a un centro comercial cercano que tiene un café, pero que tampoco es seguro encontrarlo abierto. Cuando llego al lugar desde lejos veo un aviso de neón con una taza de café que índica que el sitio está abierto.

Me acerco al mostrador y le pido un capuchino a la cajera. Le pregunto qué tiene para acompañarlo que esté fresco y le recalco que es de suma importancia que no me mienta. La mujer sonríe, baja la mirada hacia el mostrador, la vuelve a dirigir hacia mí y responde: “En este momento lo único que tenemos es galletas”. Me decanto por dos de Coco y la mujer dice que ya mismo me lleva el pedido a la mesa.

Al poco rato llega con la orden, y apenas deja los platos sobre la mesa, le doy un sorbo al capuchino y sabe bien. Pienso qué estará haciendo David en estos momentos, si apenas se está levantando de la cama o si sigue dormido.

También pienso en lo fácil que resulta traicionar un negocio si no está disponible en el momento en que lo necesitamos. En ese preciso momento los parlantes del local dejan escuchar una guitarra suave y al instante una voz ronca la acompaña: Amanecer con él a mi costado no es igual que estar contigo. Suena hacer el amor con otro de Alejandra Guzmán.

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