En estos días, algo disparo en mí cabeza un recuerdo sobre Italia 90. Pensar en ese nombre o más bien en ese mundial me hace acordar de dos cosas: el golazo de Rincón en el último minuto del mejor partido, a mí manera de ver, que ha jugado la selección Colombia, y una camisa con una foto de un estadio y el logo de ese mundial, que me trajo la mejor amiga de mi mamá que se encontraba en Italia en ese entonces.
Convertí esa camisa en mi prenda de vestir favorita. De repente, de un día para otro desapareció. Fue como si alguien que sabía lo mucho que me gustaba, se la hubiera robado para hacerme daño; quizas no me gustaba tanto porque no le di mucha importancia a la pérdida.
Pasaron varios años hasta que un día, en un almuerzo familiar en la casa de una tía donde solía quedarme con frecuencia, entre a la cocina a buscar una gaseosa litro. Estas, casi siempre, las ubicaban al fondo. Cuando me agaché a recogerla, me fije en un trapero con mango rojo que descansaba contra una pared. por alguna razón decidí bajar la mirada hasta la mopa, y cual sería mi sorpresa al encontrarme debajo de esta, arrugada sucia y mojada mi tan preciada camisa de Italia 90. Sonreí, agarré la gaseosa y no dije nada.
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