Estoy de mal genio, no logro precisar por qué, o sí, pero me rehúso a utilizar este espacio a manera de diario, como un muro de los lamentos que me ayude a vestirme de mártir, para quejarme de todo y todos.
En medio de mi malestar, abro un navegador de internet y un titular dice: “¿Sabrá utilizar el Barcelona el dinero que le dieron por Neymar?”. ¿A mí qué mierda me importa eso? Que se lo gasten en paletas si es que quieren; que buenos somos para distraernos.
Por si es necesario y suponiendo que una paleta cuesta 2000 pesos, precio que me parece justo por ese producto (no tengo idea cuánto cuestan ahora), con el valor de traspaso del brasileño, el Barcelona se podría comprar 408.436.000 paletas. Dudo que quieran gastarse el dinero de esa manera.
Pero volvamos al tema, a mi rabia contra el universo. Luego de putear mentalmente a Neymar, al Barsa, al fútbol, y a todos los millones de euros del planeta juntos, decido abrir una cuenta de correo vieja que reviso muy de vez en cuando.
Apenas logro ingresar, me sale el recordatorio de cumpleaños de Paulo. Paulo era un familiar que decidió quitarse la vida hace 2 años. De un día para otro, sin haber dado indicios de encontrarse mal, no quiso vivir más.
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