viernes, 18 de mayo de 2018

Existencia

El correo electrónico está en inglés. Dice que mi perfil ha sido aprobado para participar en una lotería por una Green card, ese supuesto pasaje de entrada al sueño americano. 

Seguro es otra de las tantas estafas que se hacen a través de Internet, pues no recuerdo haber creado ningún perfil. Los encargados de redactar el correo tienen mucho coraje. Empiezan diciendo, atención, que América es reconocida por su diversidad étnica y la gran contribución de los inmigrantes a su desarrollo. También que quienes aplican, en este caso uno de mis tantos dobles, duplicados, doppelgängers regados por el mundo, son elegidos de acuerdo al país de origen y sus bajas tasas de emigración en los últimos cinco años, y que se enorgullecen de poder informarme que Colombia ha sido seleccionada para participar en el programa de lotería de la Green Card. El mensaje finaliza con un cuadrado rojo y letras blancas en el que me informan que puedo aprovechar esta ganga por tan solo 15 dólares. 

El mensaje es lo de menos pues, por ejemplo, ¿quién no es pariente o conocido de ese rey Nigeriano con ansias de repartir su fortuna entre miles de personas?, o ¿Quién no ha recibido información sobre el caso de Amy Bruce que lleva un resto de tiempo muriéndose a causa de un cáncer en el cerebro y el pulmón? 

Lo que me llama la atención es la cantidad de veces que podemos existir en este mundo sin que lo sepamos. 

Conozco algún par de personas que se jactan de ser anónimos en la red. Según ellos si alguien intenta buscarlos, nunca los van a poder encontrar por su nombre. Aplaudo esas ganas de querer permanecer anónimos en estos tiempos en que la mayoría queremos dejar claro quiénes somos y que hacemos a cada rato, pero ¿qué tal que eso sea imposible, es decir, que apenas diligenciemos cualquier formulario en internet, el que sea y por más inofensivo que parezca, ya hagamos parte de esa red amorfa y extraña que día a día nos deshumaniza un poco más?. 

De pronto ese perfil que yo, o mi otro yo diligenció, sea producto de una inteligencia artificial que me anda duplicando en diferentes lugares del planeta. Va uno a ver y resulta que  se tienen multas de tránsito en Moscú o una familia en Indonesia. 

Que extraña es nuestra existencia.

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