Si este, el del “amor y la amistad”. ¿Acaso debería estarlo celebrando, bien sea por lo uno o lo otro, en vez de estar encerrado en mí casa escribiendo esto? Puede que si como puede que no; bien sabemos que es difícil afirmar algo con precisión sobre esta vida.
Imagino que existirán algunos que adoran esta fecha, y esperan su llegada con ansias para celebrarlo con sus parejas, o esa persona que quieren que sea su pareja o con quien creen que lo es. Están también esos otros que despotrican de ella con ganas, esos que dicen que es un invento para hacernos consumir más y no sé que otro pocotón de cosas. No me importa ninguna de las dos posiciones, que cada uno haga con este día lo que le dé la regalada gana. Por mi parte hace rato le perdí la fe a esta fecha
El primer sinsabor, por decirlo de alguna manera, ocurrió hace mucho tiempo cuando estaba en la universidad y solía salir con frecuencia, dizque a “rumbear”. Hágame el favor semejante cosa tan ridícula, en fin, es una posición, quizá tara, personal, y no tengo nada en contra de aquellos que les gusta ir a bailar, y a tomar trago en cantidades exuberantes.
Les decía que el prime revés ocurrió en aquella época. Ese día, un sábado recuerdo, íbamos a salir con un grupo de amigos a un bar, discoteca, chuzo, sitio, lugar, boliche, antro, cuchitril, llámelo como quiera estimado lector, y efectivamente así ocurrió, pero ese día los astros se alinearon para que a mi novia de ese entonces le diera por terminarme justo en ese día, luego de unas horas de rumba. No sé por qué espero tanto tiempo para decirme que quería terminar, es decir, por lo menos me habría podido ayudar a que me ahorrara la platica que me iba a gastar ese día, ¿no?
El segundo revés ocurrió muchos años después con una mujer que conocí en el matrimonio de un amigo. Duramos saliendo varios meses, y el sábado de la celebración, me pidió que la acompañara a comprar unos zapatos. “Que pereza de plan”, pensé, pero la vieja me gustaba, así que le dije que sí, que con ella hasta el fin del mundo.
Fue en la tienda de zapatos, un local de Bosi, recuerdo, donde, algo incomoda, me soltó la siguiente perla después de darle un beso: “Mira, lo que pasa es que yo te correspondo los besos, únicamente para no hacerte sentir mal”. Me emputé, claro está, y recuerdo que, en defensa de mis sentimientos, incluí las palabras “mendigar amor” en mi respuesta, un pataleo poético que no sirvió para nada.
El tercer y último revés, digo último no porque no pueda ocurrir otro, sino porque ya no me esfuerzo en lo más mínimo por celebrar este día, fue hace unos dos años. Llevaba saliendo con una mujer cierto tiempo, y se avecinaba la celebración, y tenía en mente invitarla a salir. La llamé entre semana, confiado de que me iba a decir que si, pero su respuesta, en medio de una risita canalla, fue la siguiente: “Oye, pero es que tu y yo ya hemos salido mucho”. “Pues acaso no se trata de eso tarada, de salir?”, fue mi respuesta mental; aún no llego a ese nivel de patanería en la vida real.
De pronto lo que debo hacer es revelarme contra el sábado en el que siempre se celebra la fecha, pues es un día que, al parecer, no me funciona para esa celebración, aunque ya les dije, es difícil afirmar algo con precisión sobre esta vida.
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